miércoles, 12 de enero de 2011

Moby Dick*




1.

Era blanca y brillaba,
y la mierda gruñía entre sus piernas
con los ojos apretados.

Pronto fue la medianoche de los ases.

Subí por la escala real,
noctámbulo invertido, somnoliento,
hediendo a noches y pastillas
y a la cábala que sumerge a los marinos:

la ballena se ríe de mí,
se ríe mientras besa sus islas glaciares.


2.

¿Cuánto ron hay que navegar hasta callarse?

Fuiste promesa de tu escuela,
y del arpón que prefirió tu mano para herir al leviatán.

Fuiste antes de la mutilación,
promesa de barlovento en las quijadas de la historia,
ese que haría camino más allá de su Neptuno.

Pero aquí estás Job,
besando a tu cetáceo como Ahab.


3.

Aquí estás y no puedes ocultarte;
toda carta tiene su momento.

Fue opción jugar tu número entonces,
tirarte a la mesa como a esa puta que te hizo llorar.

Pero el blufeo de un par menor que dos,
menor que un cero gritado en el vació,
nunca fue suficiente.


4.

Ballena,

dime mirándome a los ojos
si fui un buen bocado;

Dios quiso beberme
aun no siendo vino de su mesa.

Tú en cambio
sólo querías devorarme.

5.

Dime si luchar contra mi ira valió la pena,
para sangrar por tus barbas esta llamarada de la furia.

Dime si tu sonar que escudriña lo insondable,
no escucha aun mis gritos que se pierden en la marea,

no escucha aun mis gritos desestimados por Dios.



R. A. Harris
02 de enero de 2011



* H. Meville

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