Visitas la calma cada tanto, melancólico,
como cualquier paisaje de las crónicas marcianas*,
y encuentras en su fondo volcánico inherente,
en su cavidad sísmica,
esa centésima que empuja nuevamente a la creación.
Y la violenta naturaleza del genio
se hace en ti unos segundos,
el dramatismo aquel que conduce al arte y a la ira.
Y se vuelcan las mareas guiadas por la luna sobre ti,
y no dejan lugar habitable sino en otros mundos sin azul,
mundos amarillos, polvorientos,
mundos de cuatro sombras que te impiden sentir la soledad.
*Ray Bradbury
R.A. Harris
17 de febrero de 2011
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