o
evitar encontrar
entre las calles, mirando a escondidas las evidencias con que el resto delimita
mis posibilidades, suena imposible. Como imposible es dejar de recordar los que
no eres.
Qué
necesidad hay realmente en forzar a la palabra. Qué tan importante puede ser
que te envidie el silencio.
Ya viste en
la pupila asomar a la bestia y no corriste; toda violencia siempre te sedujo.
Y de pronto
soy aquí y no hay lucidez que valga la pena.
oo
Avanzan
fantasmales las sombras que dejamos buscando nuestra compañía.
Pero correr
era la fórmula.
Y
desaparecer desaparecer desaparecer, y hacerte mito del que espera, tan frágil
e inocente, tan monstruo y sin memoria.
Cabalgas la
razón pero no la entiendes.
Y consumes
días que no son, y bebes de las costumbres de los otros tus acciones que no
mienten, por lo menos, no como tú.
Ronald Harris
26 de
octubre de 2012
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