no hay primavera suficiente para este invierno que dejó tu boca
ni estaciones de alegría para desaparecer unos momentos
mientras las aves te huyen y mi sombra las cobija
comienza el solsticio mientras enumeras la catástrofe
se que llueve en algún lugar cuando el sol te huye
y se opacan de dulce niebla las estrellas
una vez roto el coito y seca la saliva
los insectos vienen a mirarme con ternura las tardes que no llegas
y este gusano ebrio de ti me hurga las tripas para ahogar
el hambre de perderte una vez más
y otra vez más
o nunca más
sueño con niños que crecen en los brotes
de aquel enorme ciruelo que cortó mi infancia
porque no soy un hombre del todo entre sus raíces
apenas el hábito inútil de intentar penetrar tu alma
cuando no me miras
Ronald Harris
14 de febrero de 2019
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