No vendrás a reclamar el surco que te debe
este corazón apuñalado,
ni lamerás el agua que desnuda mis rodillas luego de la lanza.
He aquí la paradoja;
la nostalgia de tu no-ser acumulado en cada rostro familiar,
en las miradas que se abrazan un segundo en las veredas,
y que se mueren sin recuerdo que las calme
cuando entran al vacío.
Ronald Harris
13 de septiembre de 2011
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