la trampa
era evitar caer en ella
la trampa
era temerle a la trampa y seguir huyendo tras la calma
pero no hay
calma para los que estamos segados por la luz
no hay
calma para nosotros que amamos nuestra oscuridad
y el
vértigo de no sabernos si no en sus rincones
de sabernos
al borde y soñando
al borde y
danzando con la brisa y riendo
al borde y
llorando igual por el sol que ya no nos visita
ni aún en aquel
verano que empeoró nuestra sombra con su calor
la trampa
era evitar amarte amándote
y huir
mientras caía en un acto de desaparición
cuando en
realidad ibas pegada a mí
atada a mí como
el Ulises a su barca
escuchando
el llamado de las bestias
Ronald Harris
04 de
Noviembre de 2013
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