Y oí la voz del Señor que decía:
¿A quién enviaré, y quién irá por
nosotros?
Entonces respondí: Heme aquí; envíame
a mí.
(Isaías 6:8)
ya no quieren huir del odio estos dedos que bailan
y que caen entre silencios a los versos que temes
esos que no deseas que nadie sepa viven en tu sinapsis rota
interpretados desde el horror de la rutina incombustible de la edad
yo iré yo seré
he ahí la ironía del llamado
la mano levantada pidiendo audiencia sin entender el síntoma del
exilio
sin entender la esa virtud entre líneas que tiene el desterrado
mi señal se esparce hacia los otros
la perciben solo algunos seres
los más extraños los invisibles
mi señal se extiende como un silbido errante
como la canción que trae incrustado lo inútil del intento
esa canción que no fue odisea ni llanto
esa tierna melodía del dolor que implica exponerse a la belleza
de entregarse al triste afán de los que escriben esperándola
y que la ven pasar por veredas ajenas al entendimiento
ajenas a la naturaleza
ajenas a mí
Ronald Harris
30 de Octubre de 2015
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